Charles Swann - Plus rien ne s'oppose à la nuit

«El tacto es el más desmitificador de los sentidos, a diferencia de la vista que es el mágico por excelencia»
Roland Barthes

Charles Swann es uno de esos artistas del que apenas tenemos información y que encontramos en Tumblr, plataforma en la que ya hemos descubierto otros geniales y poco conocidos artistas como Prince Diamond, del que ya hablamos aquí. Swann nos presenta un trabajo realizado totalmente en Moleskine con lápices de colores y acuarelas. Con un estilo poco convencional, sus ilustraciones nos conducen hacia un mundo perturbador donde el sexo, el erotismo, y diríamos que también el amor, se entrecruzan en un juego de pasiones desbordadas y cierto fetichismo.

Swann se adentra en el mundo de los sentidos tras una especie de alter ego en forma de pájaro recurrente y protagonista en casi todo su trabajo, ya sea como personaje humano con máscara o como una especie de dios egipcio entregado al placer y la lujuria. Sus poderosas y bellas mujeres se entregan a este juego erótico sin ningún tipo de complejo, conscientes del poder que ostentan y dueñas absolutas del placer buscado.

Sin duda el trabajo de Charles Swann encierra una nota de transgresión en sus composiciones, una relación consentida donde sus protagonistas elaboran con complicidad diferentes juegos eróticos que exploran pasiones y deseos ocultos. Es la búsqueda constante en la contradictoria y oscura mente del hombre contemporáneo, de sus más auténticas, ocultas y remotas verdades, las más secretas y reprimidas. La mezcla de sus lápices de colores y las acuarelas le da a su estilo un carácter personal que culmina con una huella dactilar en cada uno de sus dibujos a modo de original firma. Titula «Nada más se interpone en la noche» a su blog, y nos va ofreciendo fragmentos de escritores franceses que reproducimos a continuación, en una clara y descarada declaración de intenciones. Swann no solo explora a través de sus ilustraciones los sentimientos y las pasiones, también explora los sentidos.

«La convulsión de la carne, más allá del consentimiento, pide silencio, pide la ausencia de la mente. El movimiento carnal es singularmente ajeno a la vida humana: Se desencadena fuera de ella, con la condición de que ella se calle, con la condición de que ella se ausente. El que se entrega a este movimiento ya no es humano, es como las bestias, una ciega violencia que se reduce a un desencadenamiento, que disfruta de ser ciego y de haber olvidado … «
Georges Bataille