Hu Ming nació en Pekin en 1955. Sus antepasados pertenecen a la antigua Mongolia, se dice que fueron enviados a Liao Cheng Shan Dong, en la provincia de la dinastía Han. Desde ese día hay cerca de diez familias que continúan el apellido Hu. Sus padres eran médicos del ejército, y querían que su hija fuese cirujana, pero ella solo quería pintar. Mientras estaba en secundaria, la Revolución Cultural China estaba en pleno apogeo. Su maestra sabía que a Hu Ming le gustaba dibujar, así que la dejó dibujar el retrato de Mao. El temor de su madre a que los retratos no fuesen lo suficientemente buenos y que pudiesen acabar en la cárcel, hizo que potenciase el aprendizaje de su hija por el dibujo y la pintura.
Así, la Revolución Cultural China fueron para Hu Ming unos días tediosos dibujando a Mao y leyendo el famoso libro rojo que la aburría enormemente, hasta que a la edad de 15 años le pidió a sus padres que la dejasen entrar en el ejército, cosa que estos al estar dentro no tuvieron dificultad de hacer. Así en 1970 se convirtió en soldado destinada al hospital militar «254» en Tian Jim junto a 5000 personas.
En el hospital militar realizaba diferentes servicios. Se encargaba de la megafonía, hacía de bibliotecaria y de solitaria proyeccionista, llevando ocho películas a siete lugares diferentes y siendo a menudo la única mujer. Sus despistes también le ocasionaron más de un problema. Una noche, en lugar de dar el toque de diana a las cinco de la mañana dio el llamado a las armas a las tres de la mañana. Todo el mundo excepto ella se reunió en el patio esperando lo peor. Cuando el comandante fue a ver que pasaba se la encontró dormida en la oficina.
Le encantaba dormir, y en esa época en que era obligatoria la lectura del Libro Rojo todas las mañanas de 7:30 a 8:30, Ming se hizo célebre entre sus colegas por quedarse dormida nada más abrir el libro. Su comandante, un hombre amable y paternalista le reprendía, a lo que ella contestaba: «Señor yo no lo puedo evitar, cada vez que abro este libro me duermo, es tan aburrido, si se tratara de un libro de cuentos entonces yo no tendría ningún problema». Decir la verdad en esa época podía significar la cárcel, por suerte su comandante simplemente le aconsejó que se frotase con bálsamo de tigre en las sienes para mantenerse despierta. El sueño era el refugio de Ming para poder soñar y usar su imaginación.
Su tiempo de bibliotecaria fue una bendición para Ming. Fueron prohibidos la mayoría de los libros y se quemaban. Por alguna extraña razón una de las tres cargas que llegaron al hospital en camión para ser quemados se salvó, y Ming fue la encargada de clasificarlos en pilas de un metro sobre el suelo. Ella leía todo lo que caía en sus manos. También se salvó varios registros de música clásica. Ming se arriesgaba enormemente camuflando libros y música para compartirlo con sus amigas. Un día encontró un volumen con ilustraciones de Miguel Ángel. Era un estudio de anatomía con figuras de hombres desnudos. A sus 16 años aquello la fascinó y, a pesar del riesgo (un libro así era considerado pornográfico), se lo llevó a su habitación y se dedicó a copiar los dibujos hasta alcanzar una buena práctica en la representación de la figura humana.
Escondía el libro bajo la almohada, junto a su ropa interior, pero un día descubrió con horror que tanto el libro como sus prendas íntimas habían desaparecido. Se enteró de que algunos hombres se dedicaban a robar la ropa interior femenina, pero ese no era su mayor preocupación. Un día el comandante le llamó a su despacho. El libro estaba sobre su mesa y le dijo: “En este libro hay imágenes de hombres sin ropa, ¡desnudos! y tú te has dedicado a copiarlas ¿Cómo pueden gustarte estas cosas?”. Ming estaba tan aterrorizada que rompió a llorar y empezó a creer que realmente tenía un problema mental. Suplicó que no se lo dijera a sus padres. El comandante no informó del incidente, pero ella nunca más vio el libro ni su ropa interior
En 1976 su comandante la envió a formarse como enfermera durante tres meses. En ese tiempo Ming ganó un premio por su trabajo como cuentacuentos con su narraciones animadas con diapositivas pintadas a mano. Su formación como enfermera fue dura y pronto descubrió que la visión de la sangre no era para ella: se desmayó tres veces durante un parto por cesárea. Sin embargo encontró que podía permanecer en la morgue sin mucha dificultad, para sorpresa de los demás enfermeros, que detestaban los cadáveres y con frecuencia le pedían a ella que los acompañara. Hu Ming aprovechó este tiempo para estudiar la anatomía de los muertos, aprendió cómo los músculos envuelven todo el hueso y que el formaldehído vuelve a los hombres de color rojo y a las mujeres, verdes. Su formación también incluía la correcta aplicación de las agujas hipodérmicas. Y para aprender esta técnica practicó consigo misma con una solución salina.
©Hu Ming – «Nurses»
Después de completar su formación fue enviada a un hospital para administrar inyecciones a los soldados. Fue destinada a la sección masculina, donde decenas de hombres hacían fila para recibir su medicación. Ella comprobó que los jóvenes soldados eran tímidos, lo que dificultaba la aplicación de inyecciones en el trasero. Pero algunos hombres no eran tan tímidos y se bajaban los pantalones, lo que permitió a Ming captar esa parte de la anatomía masculina. Ming siguió este trabajo durante un año y esto podría ser una razón de la prevalencia de traseros en su pintura. Durante unos años compaginó la vida militar, en la que llegaría al grado de Mayor, con sus estudios de arte en la Universidad.
Hu Ming también tubo un papel destacado en el cine, un cine completamente entregado al partido pero que le sirvió de aprendizaje durante cinco años y que le llevaría a adquirir grandes conocimientos en esta materia. Cuando China abrió sus puertas al mundo, Ming aprovechó la oportunidad que se le daba para estudiar inglés en Nueva Zelanda y dejar el ejercito rojo después de 20 años. En 1993 montaría su propio estudio en Auckland, y es entonces cuando utilizará por primera vez el óleo, cuyos colores y texturas le fascinarán convirtiéndose en su material principal. En 1999 llegaría a Australia donde se establecerá definitivamente hasta nuestros días.
La obra de Hu Ming expresan un culto a la forma femenina. Sus pinturas tienen una gran carga sensual y erótica, representan tanto la fuerza física como la belleza femenina. Sus mujeres están cómodas con la sensualidad de sus cuerpos, ya sea representando jóvenes trabajadoras campesinas o soldados.
Que gran aporte Enkil al introducirnos al mundo de esta artista china, Hu Ming, que presenta testimonio de una época crucial de la historia China y universal. Cada artista es un reflejo del mundo que le toca vivir. Cada época en el arte registra los avances y/o retrocesos de la sociedad en la que se produce. Siempre me pregunté cosas respecto a la opinión de los comités centrales sobre la vida íntima de las personas. Ellos regulan la política y la economía pero no pueden regular la excitación o las erecciones. El caso me parece similar a la hipocresía de las escuelas en la mayor parte del mundo: ¿al colegio entra solo la mente? Qué sucede con las tetas, los penes y testiculos, las nalgas apetecibles? ¿A dónde van mientras recibimos clases? al país de la hipocresía, tal vez?…podemos revolucionar las formas de producción para humanizarlas, pero en el camino, hasta el momento, las libertades personales han sido, por decirlo de un modo suave,recortadas. Pero siempre la pasión por la carne reaparece, el baile ancestral, el movimiento de caderas, el gusto por el cuerpo y todo lo que contiene la sensualidad humana. Nuestro principal órgano sexual es el cerebro y es con su expresividad fantástica que nuestras hormonas en ebullición hacen aparecer la belleza en el Arte. Claro que el arte es mucho más que sensualidad, pero, cuando esa sensualidad es proscrita con leyes imbéciles, ella se vuelve el vehículo para que el grito libertario se manifieste. Nada tan carente de sensualidad como un uniforme: eso que nos hace iguales e indiferenciables. Que el cuerpo reclame su papel en la vida es apenas lógico cuando su belleza ha sido deliberadamente oculta por hábitos, uniformes, disfraces siniestros. El arte de Hu Ming es un poderoso reclamo por la sensibilidad. Sus sensuales mujeres rebozan alegría. Encuentran plenitud en la desnudez de sus partes más eróticas.El reclamo humanista implícito en sus pinturas es más valioso cuando pensamos que surgió de una época y un medio hostiles a la manifestación de la belleza sexual. El arte es de momentos y las circunstancias que rodean su aparición lo hacen más o menos grande. La obra de Hu Ming refleja amor por la vida, exhuberancia y una sensualidad que pareciera increíble en un medio tan árido como el ejército, la máquina de matar, el gran gusano sin mente, donde los uniformes y las órdenes reemplazan al libre albedrío. Que bueno conocer a esta artista. Tu página realiza una obra notable amigo Enkil. Enhorabuena!
Gracias Carlos, y gracias por tus comentarios, muy instructivos.
«El temor de su madre a que los retratos no fuesen lo suficientemente buenos y que pudiesen acabar en la cárcel, hizo que potenciase el aprendizaje de su hija por el dibujo y la pintura.»
Aqui o ditado segundo o qual «há males que vêm para o bem» encontra a sua aplicação prática?
Existe um ditado em espanhol que diz: «No hay mal que por bien no venga – Toda nuvem tem um forro de prata para (se não for bem traduzida)», você pode aplicar neste caso se.
Muy bella arte, Enkil! Es una notable artista.